

Por: Ezequiel Villanueva
El 2 de octubre de 2022 asaltaron a mi mamá; un domingo a la tardecita, alguien entró por la ventana y la golpeó salvajemente, en un acto brutal que tiene todas las características de un intento de homicidio, porque al huir con el botín y salir caminando impunemente hacia su casa, la dejo desvanecida en su habitación, perdiendo sangre por la nariz y oídos, además de los derrames,golpes internos e intento de ahorcamiento, al borde de la hipoxia.
Ella, como pudo, salió a pedir auxilio. En ese momento, lejos de terminar todo, comenzó un calvario: internación, secuelas psicológicas y una investigación policial.
En el transcurso de esa investigación hubo un allanamiento, a quien resultó ser el asaltante. Pero en esa oportunidad, no arrojó resultados positivos, a pesar de que mi mamá ya había hecho un reconocimiento facial del sujeto, estando totalmente segura que era él.
La investigación seguía su curso, hasta que este sábado 25 de febrero, en pleno día, el mismo sujeto interceptó a una señora en un cajero automático, golpeándola fuertemente para robarle dinero.
Desgraciada o felizmente, llevaba colgada del cuello la medalla del sagrado corazón de Jesús, que le robó a mi mamá. Eso fue la prueba contundente que le sirvió a la policía para corroborar su responsabilidad.
Quiero agradecer la labor del jefe del grupo operativo de la sub DDI, Maximiliano Ovando, quien estuvo a cargo de la investigacion.