Locales 24 de Marzo de 2023

La reflexión de Susana Slednew este 24 de marzo

La reflexión de Susana Slednew este 24 de marzo

Por: Ezequiel Villanueva

Sostener la memoria triste de los días de marzo,

ese nudo “entre la pena y la nada”. En el que vivimos pena.

En el que elegimos pena. En el que rechazamos nada.

PUBLICIDAD

No tener hermanos desaparecidos, no

haber sido encarcelada, no

PUBLICIDAD

haber estado exiliada, no

tener que buscar hora a hora a un hijo, a un nieto, a un amigo,

a una hermana. No.

Pero. Repasar lo bravo de aprender a esconder

lo que se pensaba; de sentirse en pánico

cuando a tal lo encontraban muerto, muerta, desaparecida su infinita magia.

Hablábamos poco o hablábamos del miedo.

Nos preguntábamos.

Cómo. Sí, cómo, el pibe que fue al Colegio con tu hermano, la amiga de tal

que vivía en aquel departamento. Qué, cuándo,

quiénes… le robaron el alma.

Cada marzo pasar otra vez por la ceremonia de

enterrar libros en un campito; regresar callados, hondos,

tormentosos;

guardar honda pero segura la conciencia de clase y

de derechos y

de humanas formas para la sociedad.

Recordar aquel transpirar completos

cuando subían los milicos a pedir documentos en el colectivo

porque “los amigos del barrio pueden desaparecer

los que están en la calle pueden…”

Estar o no estar, no importa, en una lista negra o blanca o roja, por

amiga, por lo dicho, por

lo hecho, por vecina, por

estudiante, por…

O, por noche, por estrella, por velero.

Escuchar disparos, redadas, ver las

balas incrustadas en el barrio de la Universidad.

Recordar el comentario corto y escondido sobre la muerte. Quién,

por Dios -¿qué dios? ¿cuál dios? ¿quién jugaba a ser dios?-, quién

no había podido escapar, seguir, pensar, ser libre, vivir.

Cada marzo recordar que el documento se destruía

en el bolsillo del vaquero

porque para entrar a la Uni te lo pedían y ahí quedabas

sin nombre y sin patria

hasta la salida de la clase de matemática… Mientras As.. entraba y salía con su sonrisa

cínica, impávido el rostro;

su mano que señalaba blanca blanca,

ángel adiestrado para aquel horror.

Angustia por los que no sobrevivieron, por

los que sí sobrevivieron a persecuciones y al encierro, por

las familias, las Madres, las Abuelas, por

Hijos, por

los exiliados, por

nosotros, aquellos jóvenes que en algún momento clandestino fuimos fábrica,

fuimos marcha, fuimos lectores con avidez de enamorados.

Habremos estado en una lista y nunca lo supimos. Nunca.

Si fue por un segundo, por

una hora, por unos kilómetros, por

un detalle imperceptible de aquel algoritmo negro que

siguió la vida, que seguimos los que seguimos de una generación ardida.

Y sin embargo cada marzo volvemos a creer en

la victoria de lo humano y lo amoroso.

Pero

sólo recordando. Pero sólo con memoria de la historia. Pero

sólo sensibles y esperanzados. Pero

sólo justos. Pero sólo libres.

Pero nunca más.

.Susana

..

Foto: Rubén Alejandro Yonzo

Más de Locales