Regionales 14 de Febrero de 2022

La cosecha gruesa y la sequía: ¿Por qué el partido se juega este mes?

La posibilidad de un período severo de falta de lluvias no está descartado y, pero eso, es tenido en cuenta por tratarse del momento crítico para la definición del rendimiento en la mayoría de las regiones productivas. Las estimaciones son de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
La cosecha gruesa y la sequía: ¿Por qué el partido se juega este mes?

Por: La Nueva.

Las previsiones respecto de la campaña gruesa 2021/2022 estaban enmarcadas por el fenómeno La Niña. Así entonces, distintas fuentes lo incluyeron en sus cálculos aunque, como es lógico de suponer, nadie pudo (puede) precisar su alcance.

   Las primeras conclusiones, en ese sentido, pueden extraerse del informe de la cosecha gruesa de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

   “Aunque los niveles de producción serán actualizados una vez terminada la siembra, el escenario actual ya permite descontar producción adicional por la imposibilidad de concretar los planes de siembra de soja en el sur de la provincia de Buenos Aires y en el norte del país, así como la afectación de los potenciales de rinde en las siembras tempranas de maíz”, se indica.

   También que todos estos eventos nos acercan, por el momento, a un escenario de sequía moderada.

   “La posibilidad de un escenario de sequía severa no está del todo descartada, ya que dependerá de las lluvias acumuladas durante febrero, mes crítico para la definición del rendimiento en la mayor parte de las regiones productivas”, se indica.

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   Los escenarios de sequía simulados podrían tener efectos significativos sobre la contribución de las cadenas de cultivos extensivos a la economía argentina.

   El impacto real dependerá del grado de afectación final de la producción, y de la posible compensación vía mayores precios internacionales, considerando la importancia de Argentina y la región en las exportaciones mundiales.

   Más allá de los fenómenos explícitamente evaluados, existen riesgos que no se cuantifican, pero que deberían ser tenidos en consideración a la hora de hacer una evaluación holística y dinámica de la situación.

   Por un lado, desde un punto de vista agregado, y dada la importancia del sector en la economía en su conjunto, una retracción —según la Bolsa porteña— podría generar un impacto considerable sobre la dinámica económica general.

   Esta situación provocaría efectos indirectos que aún no se contemplan o, incluso, tener como correlato cambios de políticas.

   Desde una perspectiva microeconómica, hay que destacar los efectos adversos de los escenarios evaluados sobre las empresas agropecuarias afectadas por pérdidas de producción.

“Un escenario de sequía severa puede dejar en una situación de fragilidad financiera a gran parte de los productores, afectando la inversión y, en consecuencia, los niveles de producción para la próxima campaña; e, incluso, poniendo en riesgo la sostenibilidad económica de la empresa”, se explica.

   Sumado a esto, el nivel de humedad en el suelo con el que comience la próxima campaña también es determinante para los niveles de producción a obtener.

   “Una vez más, escenarios como el actual ponen de relevancia la necesidad de desarrollar una política integral para la gestión de riesgos, tanto climáticos como de mercado, a los que se enfrentan estas producciones”, se asegura.

La marcha de la campaña

   Partiendo de un escenario base, en el que podrían obtenerse 57,6 millones de toneladas de maíz y 48,5 millones de toneladas de soja, la Bolsa de Cereales analiza los posibles impactos económicos de una sequía moderada y una sequía severa, construidos sobre la base de parámetros históricos.

   En el primer caso, la producción podría disminuir un —14 % y —13 % para ambos cultivos, respectivamente.

   En el caso de un escenario de sequía severa, las pérdidas de producción podrían llegar a —24 % y —23 %.

 

   Estos shocks de producción en soja y maíz producirían una caída del Producto Bruto Agroindustrial (PBA) de 6,1 %: 2.726 millones de dólares, o 0,6 % del PBI en el caso de una sequía moderada.

   En el caso de una sequía severa, sería del 9 %: U$S 3.830 millones, o 0,8 % del PBI, en relación al escenario base.

   La situación sería peor de no existir una compensación vía precios internacionales, con una caída de U$S 5.903 millones (1,2 % del PBI, sin incluirse efectos indirectos).

   De acuerdo con la Bolsa de Cereales, los recursos fiscales disminuirían entre 769 y 951 millones de dólares, según sea el escenario de sequía moderado o severo, y el valor exportado por las cadenas de cultivos extensivos podría disminuir entre U$S 1.998 y U$S 2.507 millones como consecuencia de la sequía, en relación al escenario base.

   Nuevamente, de omitirse una mejora en los precios internacionales el impacto podría duplicarse, con caída de exportaciones por más de U$S 5.000 millones.

Si bien los escenarios de sequía podrían tener efectos significativos para la economía argentina, existen muchos factores por definirse, como el grado de afectación final de la producción, y de la posible compensación vía mayores precios internacionales.

   No obstante, campañas que transcurren bajo condiciones climáticas extremas como la actual ponen de relevancia la necesidad de desarrollar una política integral para la gestión de riesgos, tanto climáticos como de mercado, a los que se enfrentan estas producciones.

El déficit hídrico

   En función de un contexto complejo, las primeras cifras de superficie de soja se habían estimado por debajo de la campaña previa, con una producción ubicada en 44 millones de toneladas debido a rendimientos menores a los promedios históricos.

En el caso del maíz con destino a grano comercial, se había considerado que cobrarían más importancia las siembras tardías por sobre los planteos tempranos, estimándose la producción en 57 millones de toneladas.

   A la última semana, mientras transitan las últimas etapas de la ventana de siembra 2021/22, el presente ciclo de gruesa se encuentra caracterizado por condiciones de falta de humedad en el perfil en varias de las principales zonas productivas de la Argentina, lo que confirma un escenario de sequía.

   La ausencia de precipitaciones desde inicios de diciembre, sumado a las altas temperaturas registradas durante la segunda semana de enero, perjudicaron el crecimiento de los cuadros tempranos, siendo las más afectadas las siembras de mediados a fin de octubre de maíz temprano, y los ciclos cortos de soja de primera implantada durante mediados de noviembre.

   Pero, además de ocasionar pérdidas en el potencial productivo de los cultivos que transitan etapas críticas para la definición de rendimiento, la falta de humedad dificulta la concreción de los planes de siembra en el norte del país.

En las últimas semanas se han registrado lluvias de variada intensidad en distintas regiones del país, que traen alivio y mejoran —momentáneamente— la situación de los cultivos implantados, especialmente en fechas tardías, y permiten el avance de las sembradoras.

   Sin embargo, nuevas precipitaciones serán necesarias a lo largo del corriente mes de febrero para mantener las expectativas de rinde en cuadros de segunda y tardíos, y evitar mermas adicionales a las ya registradas a la fecha en siembras tempranas y de primera.

   Junto con las lluvias que mejoren las reservas hídricas de los perfiles, también tendrán importancia las temperaturas medias durante el próximo mes.

   Adecuados niveles de humedad en el suelo, temperaturas moderadas y buena sanidad serán condiciones necesarias para obtener buenos rendimientos.

 

   Aunque todavía falta camino por recorrer para la definición del volumen productivo de la cosecha gruesa 2021/22 resulta pertinente, dada la importancia de las cadenas de cultivos extensivos en el PBI, la recaudación fiscal y las exportaciones argentinas, evaluar los posibles impactos del escenario climático que se transita. Más aun siendo que la Argentina —de acuerdo con la Bolsa— está inmersa en una coyuntura de crisis afrontando compromisos y desafíos internacionales en el corto y mediano plazo.

¿Cuál es el pronóstico para los próximos meses?

   Basados en el registro de los últimos cinco años, a mediados del corriente mes de febrero, aproximadamente el 63 % y 56 % del área de maíz y soja, respectivamente, se encuentran transitando estadios críticos para la definición de rendimiento.

   Las precipitaciones y temperaturas durante las próximas semanas serán determinantes para la producción, principalmente de cuadros de maíz tardío y soja de segunda, que representan más del 52 % y casi el 35 % del total del área proyectada de cada cultivo para la campaña en curso.

   Los pronósticos a mediano plazo —de acuerdo con la Bolsa de Cereales— muestran un retorno parcial de las precipitaciones sobre el centro del área agrícola, pero persistirán amplios bolsones de déficit, al tiempo que se registraría un régimen térmico con grandes amplitudes, alternándose fuertes calores y cortos, pero marcados, descensos térmicos.

   A causa de la sequía registrada a fines de primavera y comienzos de verano, los cultivos tuvieron que atravesar el período seco, que usualmente se produce durante enero, con reservas hídricas escasas.

   De esta manera, sus resultados productivos dependerán —en gran medida— de un oportuno retorno de las lluvias durante el mes de febrero.

   Pero si, como muestran algunos pronósticos, el retorno de las lluvias se demora hasta mediados de marzo, las mermas de rendimiento podrían ser significativas.

Construcción de escenarios de sequía

   Con el objetivo de clasificar los años de escasez hídrica en la zona productiva y elaborar escenarios de sequía, desde la Bolsa de Cereales se utiliza —como referencia— el Índice Multivariado ENSO (MEI) elaborado por el Australian Bureau of Meteorology.

   Allí se indica que valores por encima de 0,5 se consideran como el fenómeno meteorológico El Niño; inferiores a —0,5 como La Niña y los valores en el rango medio como neutral.

   Para enero y marzo del corriente año, meses críticos para la definición de los rendimientos de los granos gruesos en la Argentina, el Bureau of Meteorology del gobierno australiano proyecta un MEI de —1,1 y —0,6, respectivamente.

   Al realizar el promedio entre ambos y compararlo con los MEI de enero-febrero en años previos, se observa que estamos en valores inferiores a —0,5, lo que indica que estamos transitando un fenómeno La Niña.

   A partir de agrupar las campañas de acuerdo a los valores del MEI, se procedió a evaluar la distribución de rendimientos y porcentaje de área pérdida para cada fenómeno.

   De esta manera se puede observar que las campañas que se encuentran atravesadas por La Niña presentan una distribución de rendimientos más baja (curva corrida a la izquierda) que en años neutrales o Niños. Mientras que, en el caso del porcentaje del área perdida se observa lo contrario: una cola derecha más pesada (mayor porcentaje de pérdidas) en los años Niña.

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