Educación 18 de Agosto de 2021

Honor y Gloria al Padre de la Patria, don José de San Martín

Para reflexionar sobre la Gesta Sanmartiniana hablamos con la profesora de Historia y directora de la Unidad Académica “Julio César Lovecchio”, Nancy Schwindt quien trazó la vida del Gran Capitán, destacando sus dotes como estratega político, pero sobre todo, sus honrosos valores humanos, patrióticos y solidarios para con su pueblo.
Honor y Gloria al Padre de la Patria, don José de San Martín

Por: Ezequiel Villanueva

“San Martín es una de las personalidades que han logrado el reconocimiento indiscutido de todos los argentinos, pero también de todo el mundo, porque fue una figura clave en la consolidación de nuestra Independencia, que concretó en el campo de batalla” afirmó.

Además el “Padre de la Patria” fue un gran estratega político cuyas decisiones fueron claves para la emancipación de gran parte de América Latina, por eso el reconocimiento global.

Con tan solo 11 años, ya era soldado y participó en batallas contra Napoleón Bonaparte en las filas del ejército español, pero al enterarse de los movimientos revolucionarios en Buenos Aires, decidió embarcarse para comenzar con su gran estrategia independentista del Virreinato del Río de la Plata.

“San Martín estuvo tan sólo 10 años en nuestro país, llegó para desarrollar su misión de liberarnos de España con grandes valores políticos, económicos y por sobre todo, humanos”, afirmó.

Después de hacer lo suyo acá, en Chile y en Perú, San Martín se instaló en Mendoza con la idea de buscar una vida más tranquila. Su esposa Remedios agonizaba en Buenos Aires y José pidió permiso para instalarse ahí, aunque Rivadavia, con quien se llevaba nada bien, se lo negó.

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Cuando tiempo después decidió igualmente ir, la escena fue calamitosa: Remedios llevaba meses muerta y su familia no quería saber nada con él imputándole el abandono de Remedios y su hija Mercedes.

En 1824 decidió irse a Europa con su hija. Recaló en Inglaterra, donde Mercedes quedó pupila y él siguió por Escocia y Bélgica.

Sin embargo algo no le cerraba, él quería estar en otro lado.

En 1829 decidió volver al Rio de la Plata pero se encontró con una Buenos Aires convulsionada por el golpe de Lavalle y el fusilamiento de Dorrego.

No se quiso ni bajar del barco. “Nos dijo que deseaba vivir y morir en el país, porque encontraba un gran vacío en Europa (…) pero que había resuelto expatriarse y no volver (…) mientras asomase la guerra civil y la anarquía”, escribió Tomas de Iriarte, quien lo acompañó hasta el barco de su exilio definitivo. Desencantado, San Martín no volvió más.

Su cuerpo terminaría sus días en Francia pero su cabeza y su corazón estaban en otro lado: “ocupo mis mañanas en la cultura de un pequeño jardín y en mi pequeño taller de carpintería. Por la tarde salgo a paseo, y en las noches, en la lectura de algunos libros y papeles públicos. He aquí mi vida. Usted dirá que soy feliz; sí, mi amigo, verdaderamente lo soy”, le escribía a Tomás Guido. “A pesar de esto, ¿creerá usted si le aseguro que mi alma encuentra un vacío? (...) Y, ¿sabe usted cuál es? El no estar en Mendoza. Prefiero la vida que hacía en mi chacra a todas las ventajas que presenta la culta Europa”.

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